miércoles, 25 de marzo de 2009

Este proyecto nace desde la Corriente Universitaria Julio Antonio Mella y la Organización Estudiantil Lobo Suelto, y surge como una apuesta de dos experiencias militantes que, en un proceso de unificación, encaramos la construcción de este Frente Territorial y Cultural: el colectivo La Trifulca. Encaramos una tarea superadora de nuestras particularidades, y no una simple suma de partes. Es por esto que te acercamos esta propuesta, para que participes de un proceso en formación desde tus conocimientos, inquietudes y experiencias.


Desde La Trifulca cuestionamos una concepción de lo cultural que es la dominante en nuestras sociedades. Esa perspectiva que ve a la cultura como un patrimonio exclusivo de las clases acomodadas, como una práctica específica de un grupo de iluminados. Nosotros no pensamos que la cultura consista en un conjunto de saberes enciclopédicos a ser memorizados por la vía de un falso intelectualismo. Nuestra apuesta es por una cultura emancipatoria de los sectores oprimidos, por la capacidad de las clases subalternas de autodeterminarse, en su praxis cotidiana, transformando las relaciones entre las personas.
Entre estas dos concepciones de lo cultural optamos por una, la nuestra, poniéndole la cabeza y el cuerpo en su elaboración, en su concreción, en su crecimiento, buscando que sea una herramienta para la batalla de ideas. Y hablamos de batalla porque, en tanto conocimiento emancipatorio y apuesta transformadora, nuestra idea de cultura choca, por definición, contra algo: contra esa realidad que se quiere transformar y que es la basada y reproducida en las prácticas y perspectivas culturales del sistema. Esta batalla cultural es clave en tanto las luchas sociales no son (o no son solamente) un partido de fútbol donde yo estoy con mis compañeros de un lado, y los empresarios, la policía y los medios juegan para el otro equipo. No, la lucha nos interpela, en gran medida, porque nos atraviesa, porque solemos ver la realidad con las lentes del opresor (con sus concepciones, juicios y prejuicios) quizás más a menudo de lo que nos gustaría admitir. En este sentido la lucha cultural se da a nivel social (como difusión y práctica de una concepción del mundo diferente, como apuesta política revolucionaria, como alternativa civilizatoria) a la vez que individual, ya que en el proceso nos vamos liberando a nosotros mismos.
Estamos pariendo prácticas de cultura popular, en un sentido análogo a la noción de poder popular. Nosotros solemos pensar al poder popular como una forma distinta de poder a construir, como un poder de las clases subalternas, cualitativamente distinto al de las clases dominantes. En este sentido, quizás podríamos empezar a pensar a la cultura popular como otra concepción de lo cultural, distinta a la de nuestros oponentes. Como una idea de lo cultural que no se nos aparece como un saber especializado para regodeo y ostentación de una élite sino como una actividad colectiva, y cualitativamente diferente. Donde la “obra de arte” no sea tan importante como la actividad artística misma. O mejor: que práctica y obra no constituyan entidades separables.
Por eso decimos que la lucha que damos como parte del campo popular es una búsqueda, un aporte a la construcción de un nuevo orden social donde seamos artífices de nuestro destino, donde como pueblo nos demos nuestra propia organización, nuestras nuevas formas de convivencia a partir de nociones de solidaridad y compañerismo. Donde las prácticas culturales no sean un mero recreo alienado en medio de una rutina de explotación y mezquindad, sino una parte integral de nuestra humanidad reconstruida. Donde los valores que vayamos construyendo no sean una declaración de buenas intenciones sino una práctica cotidiana y revolucionaria, en la cual vamos creando para re-crearnos en conjunto.
Son nuestras propias subjetividades las que están en juego en este proceso, y no como mero ejercicio reflexivo o teórico, sino como pasión militante. Por eso no pensamos lo cultural escindido de lo territorial. Porque no creemos en una cultura cosificada en cafés de ciudad. Porque no pensamos lo territorial como un campo meramente reivindicativo, y mucho menos como un soporte para asistencialismo alguno. Porque no pensamos que la cultura sea un ornamento que sirve para distraernos de otras formas de lucha, concebidas como prioritarias. Porque lo que está aquí en juego es nuestra constitución colectiva como hombres y mujeres nuevos.


El desafío es grande, la ruta es larga, y no somos los únicos que realizamos experiencias de este tipo. No creemos tener “la papa”: somos simplemente otra nueva experiencia del campo popular argentino que, como todas, va haciendo su camino al andar.
Desde La Trifulca venimos realizando actividades territoriales y culturales junto a organizaciones barriales, movimientos de desocupados, vecinos y artistas compañeros.

Te invitamos a participar de estas actividades, a reflexionar y debatir sobre nuestras prácticas en nuestras reuniones o bien a acercarnos tus preguntas.


1 comentario:

Ro dijo...

Y va quedando cada vez mejor.
se viene la trifulca!